jueves, 31 May 2018 10:12 AM
Hay que estar. Estar para sentir. El aula transformada en un verdadero estadio. Pañuelos verdes que se agitan, cientos de siluetas Nodocentes bailando en las gradas y en el centro del pequeño auditorio de Uriburu 950, ella, Miss Bolivia, junto a su banda. Una explosión de energía.
En el marco del Curso Virtual de Perspectiva de Género, llevado adelante por la Secretaría de Cultura y Capacitación de APUBA y la Secretaría de Asuntos Académicos de la Universidad de Buenos Aires, la artista dijo presente con un show festivo y contundente, pero que fue algo más que un repaso de sus principales éxitos.
El arte es inseparable del contexto. Y esta vez el lugar es parte del mensaje. “Es hermoso que esto esté pasando en un Aula Magna”, agita Miss Bolivia, mientras a su lado varias mujeres (una de ellas embarazada) contribuyen con su danza frenética a la vibración que genera cada tema. El rap y la cumbia se destacan en un mosaico de potencia difícil de describir, una fusión de estilos latinos que constituyen el sello de una carrera incipiente, protagonizada por Paz Ferreyra, que varios años antes de adoptar su seudónimo y de esto que está ocurriendo ahora, supo transitar esos pasillos y esos claustros, que coronaron en su título de Psicóloga.
Ella canta y en las gradas todo es fiesta, prima la sensación de una noche distinta. Las banderas aportan colorido, pero además inscriben el acontecimiento: “Mujeres de APUBA”, dicen, y en la coordinación tribunera del festejo ostentan años de militancia y encuentros feministas, espacios de formación para la conquista de derechos.
Historia. Eso es lo que se respira, lo que suena entre los timbales y el teclado, lo que brilla en el latido de las luces. Y la cantante sabe, mientras entona El paso (uno de los 14 temas de su presentación), que esa historia fue también la suya, que un día cambió la academia por la calle. Lo sabe porque lo lleva en su apodo, en ese nuevo nombre que su arte hizo propio. “¿Por qué me llamo Miss Bolivia? Porque vivía en la calle Bolivia en ese momento y se me ocurrió. Pero después le di el significado, un nombre bien local y cercano a la lucha de los pueblos originarios” le diría a La Posta TV después del show.
Un nombre. Una identidad. Y una lucha. La lucha contra la violencia de género, contra los femicidios, que su tema Paren de matarnos ilustra con la claridad de la sencillez: Salí para el trabajo y no fui. Salí para la escuela y no llegué. Salí del baile y me perdí. De pronto me desdibujé. Mis amigos me buscan por ahí. Los vecinos pegaron un cartel.
Ella lo recita a capela, en el momento más emotivo de la noche. El silencio tiene acción (como dijo el poeta) y los puños en alto se hacen uno solo. Segundos después, la música y el rapeo furioso harán el resto. Y todo será, nuevamente, baile y concientización. Lucha y sonrisa.
El cierre prescinde, acertadamente, de formalidad. Las cras. Julieta Vitullo, Gabriela Figueroa, Élida Cuñado y Elsa Carrizo se acercan al centro del aula y le entregan plaquetas de reconocimiento. Autoridades de la UBA hacen lo mismo. El público contribuye con un aplauso interminable. El aula vibra una vez más. El Curso, creado en 2017 y que ya tuvo experiencias con docentes y Nodocentes, avanza en sus objetivos, en una noche que ya dejó su huella.
